jueves, 6 de octubre de 2011

fundamentalismo contra el mediocre

No tengo mucho que contar, la verdad, más que los días y las horas que me quedan para huir lejos. Todo lejos. Lo necesario para intentar recuperar el desorden mental que me suelen arrebatar los acontecimientos. Prefiero el caos a las veces que por mi azotea deja de correr el aire con la fuerza que necesito. La calma chicha maldita, culpable de que no haya corriente y los visillos de mi cerebro no se muevan lo más mínimo. Pero la sensación no dura demasiado. Lo que tarda un chusma en llamarme «comemierda» en un paso de cebra mientras saca medio cuerpo por la ventanilla y decirme que la próxima vez no frenará es suficiente. «Comemierda», con lo dientes bien apretados y con un crucifijo de oro que le cuelga del pescuezo como una cadena perpetua. El piropo no es agradable de primeras, pero ayuda a que mis neuronas, como mis pasos, aceleren el ritmo y se ventilen. Siempre se puede estar peor. Claro que sí.
Son muchas las cosas que me hacen medir mi estabilidad mental, más de las que quisiera, pero el problema es acertar con una referencia de garantías. Como la visita de mi tocayo el papa. El nombre debe ser lo único que tenemos en común, y afortunadamente para él no se escribe igual. Joseph ha venido a Madrid a vender las mismas frases lapidarias que la iglesia lleva vendiendo toda la vida. A mi modo de ver, con una gran agresividad verbal. Palabras más, palabras menos, el dardo envenenado que yo recibo es que todos los que no le siguen la corriente, los que no son «adictos a Benedicto», no son de fiar. Para nada. «Frente al relativismo y la mediocridad, surge la necesidad de esta radicalidad que testimonia la consagración como una pertenencia a dios sumamente amado», dijo. Tío, no me pinches que yo no te he hecho nada. Si no eres radical y de su bando eres un basurilla.
Sus discursos castigan continuamente a los que no le besan el anillo ni le llenan el cepillo. Lo segundo rima y duele más. Joseph se refirió a ellos como «esos que se creen dioses». Vaya por dios. Lo dice un hombre que, por encima del presidente de Apple, ocupa la cumbre de la pirámide jerárquica y empresarial más alta y rica del planeta. Con un patrimonio incalculable, viviendo en un palacio todo incluido y saliendo a la calle en una pompa indestructible.
También pidió a sus fieles que rezaran por todos los que no creen en dios y se alejan de la iglesia. No sé de dónde sacarán el tiempo, pero eso, más que generosidad, suena al cutre chantaje emocional de los jesuitas hasta que me dieron puerta por imposible hombre de bien. No como a la religiosa que el otro día resumió su entrevista papal asegurando que los ojos de Benedicto «son los ojos de Cristo, ves en ellos la verdad». Ahí tiene que haber algo más que una metáfora. Si no la hay es que los fundamentalistas son los que sólo ven arrugas, ojeras y muy mala leche.

lunes, 15 de agosto de 2011

antidisturbios y filetes empanados

la avalancha humana nos estampó durante varios minutos contra una de la puertas de entrada al estadio vicente calderón. del concierto al desconcierto. juan carlos se puso rojo y pidió socorro desde el principio, como buena parte de la cola, mientras un tío disfrazado de axl rose, javi y yo nos moríamos de la risa. la cosa dejó de tener gracia cuando recordé mi estatura y el grito de la masa se hizo desesperado.
inutilizado de piernas y manos, mi alma de fan seguía defendiendo mentalmente el primer puesto de la fila que conseguimos llegando a la puerta el día anterior. parecía que la avalancha no podía empeorar y llegó un último latigazo. oxígeno había, pero no centímetros para que mis pulmones oscilaran. el silencio, la oscuridad y el muro humano de lava se disputaban los 19 años de mi cuerpo. no perdí la calma porque no había espacio, así que mi cerebro se centró, muy por encima de la tortilla de patatas, en los espectaculares filetes empanados que mi tía femari había preparado ese mismo día para que comiéramos en la cola de la muerte. aquel rebozado de terciopelo era un antídoto contra el hambre y el dolor.
lo siguiente que recuerdo es el morro lleno de babas de un caballo que embestía a todo lo que no se movía. sólo le faltaban cuernos. el frescor se apoderó de mí y di unos pasos para evitar la danza de la bestia. me sentí ligero, ágil y sucio. el paseo de los melancólicos habría quedado del todo desierto si no fuera por el golpe que me cruzó la espalda y me devolvió la orientación. «¿qué haces?», pregunté retorcido. la novia de robocop, con casco y una porra en la mano, sonrió por la pregunta y me sugirió que corriera, que no fuera tonto y no esperara la llegada de sus compis de oficina. miré a mi alrededor y vi que dos terminators, tras talar a gomazos a unos heavies insurgentes a la altura de los riñones, comenzaron a acercarse. por fin comprendí que estaban cargando para despejar la avalancha y que aquella agente fue mucho más cortés de lo que se le exigía. no me mereció la pena esperar para agradecerles su colaboración. cerré los ojos y corrí a oscuras buscando el antídoto rebozado.
mi impresión, pues, es que una carga policial no tiene nada que ver con lo que los indignados han descrito y denunciado estos días, por nobilísima que sea su causa. que te levanten a pulso del suelo cuando impides el paso de vehículos oficiales del centro de internamiento de capuchinos, o que te empujen para evitar que abras un furgón es un trabajo de guardería si se compara con un antidisturbios en pleno esfuerzo. sobre todo si se tiene en cuenta que estás quebrantando la ley y que la resistencia garantiza la galleta de manaza abierta. si un antidisturbios te recomienda que no hagas algo, es mejor no hacerlo. si lo haces, es conveniente correr más que él. pero si lo haces y no corres, cierra los ojos y piensa en algo muy rico.

jueves, 14 de julio de 2011

el sueco que no se lo hizo

la ya caduca medida de bajar a 110 el límite de velocidad en nuestras autovías y en sus autopistas provocó más estrés que prudencia. el gobierno dijo que nos ahorraríamos un pastón a la espera de que el valium llegara al petróleo y hasta los que no tenían carné de conducir cogieron complejo de tortuga. se habló de ahorro y algo de medio ambiente, pero poco de seguridad. como si todos, menos fernando alonso, estuviésemos acostumbrados a estrellarnos a 120 una vez al mes. las quejas más amargas procedían de los conductores que más me aterran por pronunciar una de las pocas frases que me pueden dar un viaje de pasajero. ese "con lo bien que conduzco".
si hay algo que los conductores españoles todavía no tenemos es la plena consciencia. mis padres se revolcarán hoy de risa en su jardín cuando me lean escribiendo sobre responsabilidad al volante pero, además de un saco de diéresis, fue el principal souvenir que traje hace unos años de un viaje a Suecia. fui a göteborg de gratis para probar un saab y un opel con otros periodistas made in Spain. El primero, un sport hatch verde precioso que compartí con antonio, un canario estupendo que probó primero. destino trollhättan, donde nos esperaba el mítico museo de la marca escandinava. el coche era un pepino. pronto lideramos la comitiva y pronto después la perdimos de vista mientras comentábamos el ritmo unánime de los suecos en la autovía. antonio iba suelto. algunos rubios nos tiraban las largas. otros nos recriminaban con gestos y moviendo los labios en un idioma extraterrestre. creímos que una puerta iba mal cerrada, pero el chivato del cuadro de mandos lo negaba. "tírale..."
yo copiloto fumaba como si el coche estuviera a mi nombre cuando el gps ordenó cambiar la ruta obligatoria hacia una carretera comarcal. antonio empezó a dar todo lo que llevaba dentro y, para tranquilizarme, me dijo lo que omitió desde barajas: "no te preocupes, he sido piloto amateur de rallies". ganamos la etapa y al canario le borró la sonrisa un monitor que no se hizo el sueco. señalando su reloj nos recordó lo que sus compañeros nos advirtieron en la salida mientras jugábamos con el gps. que allí el límite era 110, como marcaban las señales que obviamos. que no se nos ocurriera sobrepasarlo de nuevo por la mucha cuenta que nos traía y que la policía sueca, además de una plantación de radares, contaba con la estrecha colaboración ciudadana para denunciar y localizar a los fitipaldis.
el monitor tuvo que repetir la bronca a todos aquellos que también pensaron que llevaban una puerta mal cerrada. poco después supimos que suecia era –y es– el país referencia en materia de seguridad vial y sus ciudadanos, los más comprometidos. desde entonces, cada vez que un majarón me tira las largas para que me aparte de su camino o pise el acelerador me acuerdo de ellos.
allí hacer el imbécil está mal visto.

domingo, 13 de febrero de 2011

arriate también se quedó sin frontera

únicamente un desalmado pudo hacer lo que le hizo a maría esther la noche de su desaparición. lo hiciera quien lo hiciera, que lo pague con una vida larga y tormentosa. un par de peldaños más abajo podrían sentarse los que vieron en la muerte de la niña un filón que nada tiene que ver con la justicia, la conciencia o la responsabilidad.
el crimen de arriate se convirtió en mediático por la propia naturaleza del caso y por la forma en la que algunos intentaron blindarlo informativamente con una estrategia más rentable que decente. confirmado el crimen, una abogada de reconocidas tendencias mediáticas se ofreció a representar a una familia destrozada por la tragedia. conseguido el objetivo, la maquinaria de un programa de la cadena más querida y odiada de este país se puso en marcha hasta presentarse en el pueblo para, como ellos mismos han vendido, investigar los hechos con un enviado especial. lo hicieron en vivo y en directo en un pueblo en el que inevitablemente se empezaron a cruzar rumores.
varios días antes de la detención del presunto asesino, su nombre y apodo resonaban por las calles de arriate como un sospechoso de peso. la prudencia y el sigilo comenzaron a derrumbarse cuando la empleada de una cadena de idéntico perfil genético a la anterior se presentó dos días antes del arresto en casa del presunto autor de los hechos. para justificar la visita y su sueldo, se le ocurrió comunicarle a los abuelos del chico que éste había sido arrestado sin ser cierto. a eso se le llama confirmar la noticia. por supuesto, lo hizo a golpe de micro y de cámara. el estómago del técnico, que se negó a seguir grabando semejante situación, evitó que el vídeo llegara a las pantallas de media españa. fue entonces cuando el gélido viento de la serranía de ronda susurró en arriate lo que en los medios audiovisuales de madrid no era un secreto. que entre la abogada que representa a la familia de la víctima y el enviado especial existía desde hace tiempo una relación que iba más allá de lo profesional.
a pesar del riesgo que la actitud de la empleada supuso para la investigación, el menor fue finalmente detenido dos días después tras el exhaustivo registro de la vivienda en la que vivía con sus padres y abuelos. fue una intervención en la que los medios de comunicación llegaron antes que la espectacular legión de agentes de la guardia civil. faltaron los helicópteros, los tanques y la puta bbc para estamparle al momento el sello de la globalización. tres calles más abajo, descompuestos, los padres de maría esther vieron desde el salón de su casa la operación prácticamente en directo a través de su televisor, probablemente por el mismo canal en el que dos días después certificaron su participación en un programa prime time. en el plató estuvieron acompañados por el enviado especial, la complacencia de la abogada y la satisfacción del deber cumplido de ambos. las barbaridades que allí se dijeron…
nada nuevo a estas alturas. en la guerra de las audiencias televisivas, como en todas las demás, el ego lucha en primera línea y sólo avanza bajo los designios del patrón. el rey, además de gloria, busca el infinito de su imperio a cualquier precio. no quiere saber nada de fronteras ni de dignidad.